EL PIXEL DE LAS TENTACIONES
Pixelando la conciencia en medio de la obscuridad del campo mi mente
serena escucha el sonido. Grillos, pájaros nocturnos y luces surgidas de la
brillantez de ojos escudriñadores me hacen compañía. La búsqueda puede ser
larga pero el tiempo es infinito. No sé si venimos a esta vida a algo concreto,
pero por si acaso tenemos esta conciencia para algo, me permito dedicar mi
tiempo a observar cada segundo de mi vida intentando olvidarme del pasado y de no
preocuparme por el futuro.
A medida que la noche transcurre los pensamientos que quieren ocupar mi mente
son rechazados con viejas técnicas orientales. En algunos momentos pasa por mi
cabeza el tiempo perdido, las mentiras cotidianas que llenan nuestras vidas,
las falsas amistades, las traiciones habituales. También los recuerdos de los
buenos ratos y sobre todo las carcajadas más sabrosas con las que has podido
alimentar tu vida. Cada día la mente me entretiene con los mismos pensamientos,
pero cada día tienen menos fuerza.
A medida que pixelo más mi conciencia puedo ver lo que no veía al principio
de la noche y lo primero que cambia es el concepto de las cosas y de los
sentimientos. El miedo no es una pesada losa que te impide estar solo alejado
de cualquier sitio habitado sentado en el suelo. El cielo no es algo imaginario
con estrellas que no puedes tocar. El jabalí que merodea haciendo excesivo
ruido porque no es temporada de caza y se siente seguro, no es un animal hostil
del que pueda temer algo.
Aquí todo es absoluto, no existe la relatividad humana temporizada y
cronometrada, parece que el cuerpo no tiene necesidades fisiológicas, incluso
diría que por momentos he llegado a sentir que no tenia cuerpo. Todo consiste
en no pensar que se es algo para realmente sentir que eres lo que realmente
eres. Mi experiencia día a día en este ambiente al que no está habituado el
ciudadano medio me va transformando y cuando me acerco a zonas habitadas veo
con mayúsculas a los otros seres humanos.
Estas experiencias de alejamiento del mundo matrix son curas de salud que
me recuerdan mi esencia espaciando lo relativo de lo absoluto. Lo transversal
se ciñe a la propia experiencia ayudada de la imagen que previamente he
utilizado como focalización de la conciencia. Cada día utilizo una carta del
tarot pintada por mí hace años y que guardo en tela de seda. Las experiencias
proporcionadas son gratificantes y sus efectos como experiencia son únicos y no
transmisibles. Los cuadrados mágicos me proporcionan respuesta multidimensional
que debo interpretar con partes íntimas de nuestro yo que nada tienen que ver
con la mente cotidiana.
Así es fácil hablar de felicidad y de comprender que el camino se debe
recorrer solo porque solos nacemos y solos morimos. Lo que hay en medio es lo
único que no tiene explicación.