EL FRACTAL DE LA REALIDAD
Tengo costumbre de retirarme a meditar con mi Maestro a una finca aislada en medio del campo sin núcleos habitados alrededor. Solo los animales son nuestros compañeros por la noche. Una pequeña stupa construida con mis manos marca el punto telúrico más favorable después de mucha búsqueda. Es una zona de cielo muy limpio, cuando está despejado se puede ver las estrellas perfectamente. A muy pocos kilómetros hay un observatorio astronómico y a la misma distancia en sentido contrario un centro budista. A menos distancia hay un comedero de buitres donde un par de veces a la semana les llevan despojos de animales. De día se pueden ver de cerca. En este espacio ideal mi Maestro me dirige en mi camino hacia el otro lado. Cada día que vamos a meditar a este lugar le hago preguntas sobre temas que me parecen interesantes y que sin embargo en la vida cotidiana parecen no tener importancia. Este fin de semana le pregunté: Maestro, ¿solo con conocimientos intelectuales podemos entend