EL BESO DE LA RATA
Cuando la vida y la muerte
deciden encontrarse las meditaciones amplían nuestro alcance. Un viejo amigo de
la humanidad es la naturaleza que nos sirve de soporte de meditación, este viejo
truco me lo enseñó un maestro y jamás lo olvidaré. Generalmente la mayoría de
los seres humanos viven su propia vida lineal desde el nacimiento hasta su
muerte sin más transcendencia, pero si queremos saber más hay que esforzarse.
Mi maestro me enseñó que todo
estaba a la vista, a veces microscópicamente, pero a disposición de la forma
humana para poder meditar. Como un koan me dijo que trabajara la mente con los
tardígrados y las planarias y que le diera respuestas. Efectivamente cuando viví
en estos dos seres microscópicos mi mente empezó a expandirse, pues no nos
damos cuenta que a modo de iniciación cuando a la mente le entran conocimientos
no habituales se le obliga a un ejercicio que no espera. La mente humana es muy
perezosa por naturaleza y si no se le obliga a trabajar se queda en este mundo,
el suyo, donde se encuentra cómoda deleitándose de los placeres
tridimensionales.
Medité con un tardígrado que son invertebrados
que lo aguantan todo, dicen los científicos rusos que se los han encontrado en
el exterior de las capsulas que envían al espacio habiendo resistido los
cambios gravitacionales, temperaturas extremas y demás fenómenos que los humanos no
soportaríamos. Cuando conseguí introducirme en uno de ellos fue curiosa la
experiencia pues en zonas de frio extremado, hablo a menos 200 grados, seguía
sintiendo la temperatura normal. Cuantas leyes de supervivencia me debí saltar
a los ojos de la ciencia.
En otra meditación conseguí
introducirme en una planaria que es un gusano inmortal. Durante el tiempo que permanecí
en su interior sufrí ataques de otros seres vivos que incluso arrancaban partes
de mi cuerpo dejándome solo con la cabeza y sin embargo seguía con vida tras
una regeneración de la parte perdida. La sensación de pérdida en ausencia de
dolor me hizo recapacitar sobre algunas enfermedades, hoy terminales, que con
el tiempo se convertirán en crónicas gracias a los conocimientos científicos
que aportara el estudio de estos seres. La meditación puede ser para los científicos
como la inspiración para los artistas.
Probé tras estas experiencias
introducirme en las células de mi propio cerebro. Fue curioso pues descubrí que
hay algunas estructuras con forma de túbulos que no se interrelacionan con
nada, están iluminadas y no se alimentan con sustancia alguna. Forcé la
meditación hasta donde pude y solo querían mantener relación con algo exterior
que se elongada y al que ellas querían llegar.
Estas meditaciones se deben hacer
forzando la pineal en la obscuridad y los ojos abiertos para que segregue
hormona y se asemeje al momento del nacimiento y al de la muerte, en cualquier
otra circunstancia es difícil conseguir experiencias que nos acerquen a la
realidad. Fuera de meditación pude relacionar los agujeros de gusano con la estructura
elongada que buscaban los túbulos de las células de nuestro cerebro.
De estas experiencias meditativas
he llegado a la conclusión que de una manera u otra tras la muerte esto sigue a
nivel de pensamiento con alguna micro estructura actual de nuestro propio cuerpo
físico actuando a forma de puente. Tras mis experiencias meditativas dirigidas
suelo contrastar con la ciencia cuántica y creo que esto es como el beso de la rata,
no se lo damos porque tenemos miedo de conocer la realidad.