LA ESCAFANDRA DEL MUERTO
Caminando en
la noche cerrada intento imaginar la primera visión cuando se cierran los ojos
definitivamente con la muerte. Quizás mi
mente no sea capaz de hacer el esfuerzo meditativo correspondiente como
corresponde a esa situación singular y única,
sin embargo todo intento tiene validez como la tiene el poua budista y
por ello sigo intentándolo. No creo que
sea exclusiva de los iniciados budistas en la técnica del poua la posibilidad
de ser conscientes de la transferencia de conciencia manteniendo el control
según nuestra mente tridimensional. Ellos al parecer lo consiguen con un
entrenamiento continuado pero lo cierto que no hacen nada que cualquier ser
humano no sea capaz de realizar. Los que se lanzan haciendo puenting podrían
conseguir por un instante probar la misma sensación que se consigue con el
poua. Lo mismo ocurre cuando en el ritual de exaltación de un maestro masón, si
se realiza bien la ceremonia, el exaltado puede pasar por un momento muy
importante si es consciente de ello reproduciendo el rigpa o vacío
interpensamiento a través de cierta circunstancia ritualística y con ello se cumpliría
la verdad universal de que para ver a Dios hay que morir dos veces. Los
maestros masones cumplen con el requisito de la doble muerte y eso les hace ser
unos afortunados entre los mortales. La cuestión es como siempre la de saber si
ha sido consciente de esa primera muerte, más real que simbólica, y si ha sido consciente no ha hecho más que
imitar el poua budista de una manera transversal y consciente. Para ello cada
maestro masón tiene su propia experiencia que es única y personal si realmente
lo ha conseguido. Además el simbolismo masónico no es más que un eufemismo del
poderoso secreto que contiene el ritual masónico.