ESPERANDO LA NOCHE
Estaba esperando la noche, al final la obscuridad era total. En la lejanía se veía algún vehículo circulando pero a medida que pasaba la noche los vehículos dejaron de pasar. Delante de mi castillo estaba posicionado observando los sonidos y un potente foco iluminaba el camino de acceso a mi posición.
Cuando había pasado bastante rato sin que ninguna luz de vehículo interrumpiera mi soledad apagué el foco para que la obscuridad me cubriera por completo.
El cielo estaba estrellado y solo el sonido de los grillos parecía querer hacerme compañía.
En ese momento sin seres humanos cerca de mi posición, en mitad del campo, sin luz, empecé a escuchar los sonidos de la noche hasta que se convirtieron en secundarios.
Había llegado el momento de dejar aflorar sentimientos y pensamientos aunque las imaginaciones todavía poderosas pretendían hacerme ver y sentir lo inexistente.
En mi mano el mando a distancia del potente foco que me devolvería la tranquilidad en caso de que algo o yo mismo alterara mi estado.
Empecé a descubrir que la primera sensación es el miedo a lo no controlable, a la obscuridad y a las presencias físicas y a las imaginarias. Ahí me paré a controlar una por una cualquier sensación extraña, eso sí, con el mando del foco preparado para salvarme física y psicológicamente de cualquier situación.
El primer paso estaba dado.