LO ANTROPICO DEL OXIMORON DIVINO
Qué fácil es la compresión de la
vida infinita cuando nuestro alter ego se descompone. Te despides de la materia
que formaba parte de ti y seguidamente te diriges al que llaman dios para
agradecerle que te haya liberado. En ese momento puedes preguntarle la misión
de la formación del conjunto de universos cuya finalidad cuando eras materia no
te podías ni imaginar. Ahora ya puedes utilizar tus otras facultades para
obtener respuestas.
Hay quien basa su discurso en la
repetición de citas de grandes pensadores demostrando que no tienen experiencia
meditativa que les lleve más allá de lo que su memoria o intelecto finito les
pueda proporcionar. De qué sirve escribir un libro recopilando datos de otros.
La experiencia propia transmitida a los demás puede servir de camino como le ha
servido al propio escritor o pensador, cuando éste decide contar su
experiencia.
El látigo de las conciencias es
necesario para el que quiere ver mas allá de lo que le parece que está
viviendo. El dios que nos libera de la carga de la vida ha puesto como
condición necesaria pasar por el trance de la desaparición de nuestra parte
material para conseguir nuestra continuidad evolutiva. ¿De qué sirve el
trabajo, la carrera universitaria, los títulos rimbombantes, etcétera, si en
realidad no son necesarios más que para alimentar los limitados egos
materiales?
Al final del camino cualquiera de
los dioses inventados nos mata con la pretensión de hacernos pasar un mal rato
a nosotros y a nuestros familiares y amigos. Espero que nuestra mente inferior,
la que utilizamos para andar por este lugar, no recuerde nada y permita a
nuestro Ser seguir volando por los mundos paradisiacos que la mente limitada
imagina.
A veces me pregunto de la
necesidad de la existencia y en su caso del valor de cada una de las vidas de
cada ser. Un árbol, una célula, incluso nuestra querida luna o este Planeta
cuando pasas al otro lado dejan de existir y otras estructuras
multidimensionales nos acogen.
Podemos contestar con el conocido
como principio antropico, “el mundo es necesariamente como es porque hay seres
que se preguntan por qué es así”.