LA JAULA DEL ESCORPIÓN
Una de las cosas más intrigantes
para un ser humano es cuestionarse porqué el universo es como vemos o
imaginamos y porqué nosotros tenemos esta forma determinada. En mis paseos con
mi Maestro por la finca más alejada y salvaje que tengo le pregunté si había
alguna respuesta a esta cuestión que muchos humanos se plantean desde las
religiones, la ciencia o la filosofía, incluso desde las creencias políticas o
de identidad nacional. Planteamientos a todas luces para ciertas mentes pero que en la matrix inundaba la conciencia de algunos de los seres
humanos.
El Maestro al oír mi pregunta
empezó a buscar por la finca en silencio, incluso levantaba piedras ante mi
sorpresa. Al poco rato me dijo que volviéramos a casa que tenia la respuesta a
mi pregunta. Cuando llegamos al complejo se fue a uno de los edificios donde
guardamos distintos materiales necesarios para el trabajo de las fincas. Al
rato volvió con una jaula pequeña y en su interior un escorpión que al parecer
era lo que había buscado entre las piedras.
Delante de mí cogió el escorpión
de la jaula y lo retuvo en su mano y me dijo que introdujera una de mis manos
en la jaula. Mi primera reacción fue de desconfianza pues pensé que acto
seguido introduciría de nuevo el escorpión. Ante su insistencia y asegurándome
de que no lo pondría en contacto conmigo introduje mi mano derecha en la jaula.
Entonces me dijo: ¿recuerdas
cuando antes de nacer en una de las comunicaciones del Ángel se te dijo que
buscaras en la red de Indra la vacuidad receptora? Le respondí que naturalmente
recordaba esa enseñanza y que cada día me bañaba en el vacío tal como se me
indicó.
Prosiguió diciéndome que existe
un espacio que algunos llenan de pensamientos y creencias y que por ellas
sufren y mueren. Yo en ese momento era víctima de esa situación y tenía miedo
de algo que creía un peligro inminente como podía ocurrir si el escorpión decidía picarme.
Sin embargo el maestro tenía una
sorpresa para mí, me hizo concentrarme en el fractal puro que integra y que nos
lleva a millones de años luz en un instante, la muerte no existe y el escorpión
era yo mismo en dos sitios distantes a la velocidad de la luz. Yo mismo adquirí
una forma extraña parecida a un alien capaz de cambiar de tamaño y de
estructura de pensamiento. Me movía liviano y me sentía invencible. Planetas
enteros me los introducía en la boca mientras yo mismo formaba parte de la
arena de una playa.
Cuando mi maestro me hizo volver
a la matrix a través de una espiral cósmica me había impregnado de respuestas a
mi pregunta inicial. La jaula estaba vacía y el escorpión había seguido su vida
porque yo era el escorpión y no me había dado cuenta hasta ese momento.