MASON VAGABUNDO
Cuando la
dicha no es buena el diálogo con el maestro interno se convierte en el fin
final de nuestro recorrido. Después de muchas tenidas el espíritu clama en el
desierto buscando aquello que aún no ha encontrado. Cuando la filantropía y la
fraternidad no es todo lo que se busca, la fuerza del destino te lleva hacia el
barco del viaje desconocido. Al otro lado del océano no sé que puedo encontrar, pero tengo claro que en el muelle que abandono no hay más que recuerdos de un
camino estrecho que serpentea la costa mostrando un vasto océano de entresijos
bañados por la duda. Ahora me queda la posibilidad de coger el barco que me
lleve a alguna orilla desconocida y dignamente arropado con la capa del
conocimiento adquirido, mi exigencia de algo más me hace enrolarme en el buque que
presto surcará el océano. Mis hermanos se quedan en sus cuitas formales y
alguno de ellos en sus búsquedas personales, pero mi Yo apremia para que realice
el camino que como vagabundo debo recorrer sin más dilación. Mis conocimientos y la transmisión recibida
serán mi vara y mi capa a donde más de una vez acudiré a refugiarme en los
recuerdos. El jugo de mis frutos será recogido en el tamiz de la meditación solitaria
bañándome en la luz necesaria para el transito al otro lado. Siempre aportaré a
los que dejo en el camino aquello que crea humildemente que les puede ayudar a
realizar su recorrido porque el lazo místico jamás nos separará y el asiento
vacío en la logia, por todos aquellos que ya no están, tendrá un trocito de mi
alma eternamente. Este es mi sueño, esta es mi realidad.